En cuanto a los pagos del apartamento los precios variaban según los ingresos del núcleo familiar. Ella ha pagado cincuenta y seis dólares hasta cien dólares. Nunca ha tenido problemas con ningún vecino. Siempre ha sido una mujer trabajadora, dedicada a su hogar y a su familia.
Para mí este trabajo fue una experiencia muy gratificadora, descubrí cosas que no se aprenden en un salón de clases. Al principio estaba preocupada porque no sabía por dónde comenzar ni a quien preguntar. Cuando llegué al Residencial Manuel Román Adames no conocía a nadie, pero me fui con el conocimiento de que siempre podemos encontrarnos con gente buena dispuesta a cooperar y ayudarnos. Tuve el privilegio de encontrar a Doña Lidia y tener la oportunidad de conocer su vida en el residencial. Esta mujer es muy agradecida de lo que la vida le ha brindado, aprendió a vivir con lo que tiene y vi en ella una mujer feliz.